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Actualidad

Todas somos Bertha

20 | abril | 2016

Berta_Cáceres

Por: Claudia Korol

Un mes con Bertha. Nos levantamos en distintos rincones del planeta y decimos ¡Todas somos Betha! En distintos idiomas repetimos ¡Bertha vive, la lucha sigue! Un mes sin Bertha, un mes con Bertha. La justicia sigue tejiendo telarañas para ocultar la verdad del crimen de la hermana del COPINH, de la hija del pueblo Lenca, de la compañera de todos los pueblos en lucha.

No logro dormir. A esta hora los sicarios entraban a su casa. A esta hora disparaban. A esta hora la multiplicaban. Las balas no nacían como conciencia nuestra americana. Un mes sin Bertha, un mes con Bertha. Salimos a las calles, pintamos su nombre y una pregunta me ronda, me desvela. Me pregunto, compas, qué es lo que decimos exactamente cuando decimos ¡Todas somos Bertha! Qué significa esta frase en nuestra vida cotidiana. A qué cambio nos obliga decir que todas somos Bertha. Qué alteración de nuestra rutina y de nuestros modos de ser y estar en el mundo estamos dispuestas a realizar.

Escribo contra la ritualización de la muerte que hiere nuestra piel. Escribo contra la naturalización del crimen. Escribo contra la comodidad de pensarnos Bertha sin saber los riesgos de asumir plenamente su lucha. Porque decir Bertha vive y que su lucha sigue es importante y necesario, siempre que no sea una frase tranquilizadora de la rabia y del dolor.

Quienes hemos caminado parte del camino con Bertha sabemos que nada más lejano a la tranquilidad era andar rondando el mundo con ella. Es que si el ritual no significa cambios nuestros, revoluciones nuestras más que la emoción con la que pronunciamos su nombre. ¿Será que todos, todas somos Bertha?

Un mes sin Bertha, un mes con Bertha. Me pregunto si es verdad que Bertha está sembrada como la sentimos en nuestra tierra. Quién defiende entonces esos territorios, quién los riega, quién los cuida. Y también me pregunto cómo haremos justicia para Bertha o creemos acaso que la aral criminal Estado hondureño y sus instituciones, responsables del dolor histórico del pueblo Lenca, de los pueblos indígenas, garífulas, negros de Honduras. Me pregunto todavía si no es necesario incomodarnos cuando decimos «Todas somos Bertha» y con esa incomodidad salir a la calle para revelarnos frente a todas las injusticias, como hizo Bertha. Porque ella fue guardiana del riego alcorque pero también fue la voz que alertaba sobre distintas opresiones e injusticias. Porque Bertha nos sacaba siempre de la rutina.

Vea compa, qué hacemos por las mujeres de Kurdistán, vea qué linda esa revolución. Vea compa que nos vamos para Colombia, están matando a las hermanas. Vea compa, llamo desde el aguante. Vea compa, nos vamos para Río Blanco. Avise, compa, que esos malditos vienen por nosotras.

Un mes sin Bertha, un mes con Bertha. Y la herida duele. No es flojera decir que duele, que duele mucho. Es sentir la soledad inmensa que deja su ausencia. Porque Bertha nos falta aunque todas seamos Bertha, aunque todos seamos Bertha. Porque la compa, la hermana era una y era especial. Por eso estas lágrimas, las voces que se multiplican en el mundo.

Cuando hoy decimos que todas somos Bertha estamos hablando, yo creo, de un cuerpo colectivo en rebeldía. Pero, sin embargo, tiene que seguir haciendo y rehaciendo revoluciones. Es una dura batalla contra la adaptación, una dura batalla contra la desesperanza, contra el miedo, la resignación, contra la burocratización de los sueños revolucionarios. Es una batalla contra el olvido.

Un mes sin Bertha. Me corrijo, un mes con Bertha. Me repito, un mes sin Bertha. Me pregunto: Será que todas ahora seremos Bertha. Me respondo, la lucha de Bertha vive y sigue en el río Gualcarque, que todavía corre libre en Río Blanco y en el pueblo Lenca que la llora y continúa su lucha. En las hijas y el hijo de Bertha, donde vemos asomar sus enseñanzas, palabras de toda la vida. Su mirada clara, su espíritu guerrero y en mamá Bertha, quien firme se sostiene en sus tantos años para exigir justicia para su hija. Y en nosotras todas, hermanas de andar, feministas que tenemos la piel herida de los pueblos y el corazón insurrecto como el río.

Un mes sin Bertha. Un mes con Bertha. Sabemos que no descansas, hermana. Que exigís que los pueblos se despierten, no para jugar los juegos del poder, no. Para hacer las revoluciones que nos faltan.

Reviví el editorial en voz de Claudia Korol: