Notas de interés
Ni una menos y Nunca Más
10 | agosto | 2017Por: Claudia Korol
Mientras buscamos desesperadamente a Santiago Maldonado, detenido por la Gendarmería en la represión al Lof Cushamen, y hasta ahora desaparecido, Facundo Jones Huala continúa preso en Esquel. También continúa preso Agustin Santillán, en Formosa.
Mientras aullamos por el crimen de Anahí Benítez en Lomas de Zamora, Buenos Aires, seguimos buscando a Maira Benítez, desaparecida en diciembre de 2016 en Villa Ángela, Chaco, y a Diana Colman, desaparecida el 19 de junio de 2015 en Guernica, provincia de Buenos Aires.
Mientras buscamos una vez más a Nadia Rojas… ¡desaparecida por tercera vez! cuando estaba bajo resguardo, en CABA, dolemos el crimen en Rosario de la travesti Pamela Tabares. Y todo este tiempo, Milagro Sala sigue presa en Jujuy, Victoria Aguirre sigue presa en Misiones.
Buscamos a todxs. Parece absurdo recordarlo, pero no hay jerarquías en las luchas por unas y por otres. Estamos hablando de desaparecidos y desaparecidas, de asesinadas, de presas, mientras en una carpa frente al Congreso Nacional, los trabajadores y trabajadoras de Pepsico reclaman por su trabajo. Hablamos del trabajo que nos quitan, al mismo tiempo que nos quitan la salud, la educación, la tierra, la libertad, y la vida.
Andamos como atontadas de tanto golpe. Caminamos a los tumbos, buscando la dirección que haga más directo nuestro andar. Nos cruzamos la mirada como preguntando qué hacemos ahora, frente a esta ola de demencia y muerte desatada por el poder transnacional, misógino, depredador. Por momentos creemos que no podemos nada más… pero enseguida nos decimos que lo que no podemos, justamente, es detenernos. Porque hay que buscar a Santiago, a Nadia, a Maira, a Diana. Porque urge liberar a Victoria, a Milagro, a Facundo, a Agustín.
Escribimos Ni Una Menos en las paredes, y vamos presas. Nos solidarizamos con la lucha de Pepsico, y vamos presos. Nos acercamos al Lof Cushamen para pedir libertad para Facundo Jones Huala, y nos desaparecen. Pedimos por los desaparecidos, por las desaparecidas en democracia y nos reprimen en su empiojada y tramposa ley.
Sin embargo, y precisamente porque quieren amordazarnos con el miedo, no podemos dejar de buscar, no podemos dejar la lucha por la libertad. No podemos dejar en la impunidad los crímenes de Pamela, de Diana, de Anahí, de Micaela, de Araceli… No tenemos derecho a aflojar.
Mientras la violencia institucionalizada busca instalarse y naturalizarse, reforzando la ofensiva de un sistema patriarcal, capitalista, racista, colonial, los partidos siguen en campaña electoral … mueven a los candidatos y a algunos militantes con carteles enormes… otros ni van… Los medios de comunicación contaminan el aire con morbosidad inquisitorial, midiendo los centímetros de la pollera de una niña violada, o ventilando los diarios íntimos de una adolescente asesinada. Se lanatiza la información con bombas de humo, con las que pretenden tapar la absurda prisión de un activista mapuche, derramando sobre las comunidades originarias de estas tierras, acusaciones de terrorismo.
Pretenden presentar la lucha por la recuperación de sus territorios, como resultado de la influencia kurda, colombiana, irlandesa. No hacen falta guerrillas de otras latitudes para encender las luchas por la justicia, por la recuperación de lo propio, por la vida. Los pueblos de estas tierras tienen más de cinco siglos cuidando sus territorios, los bienes comunes, los lagos, los ríos, los bosques. Cinco siglos de insubordinación frente al coloniaje. Los y las guardianas de la tierra, no son terroristas. Terroristas son los desaparecedores, los Benetton, las Bullrich, los Macris, y su silencio cómplice.
La criminalización de la pobreza, de la protesta, la represión, son moneda corriente con la que el poder castiga nuestra rebeldía.
Alguna vez escribió Bertold Brecht en su Oda a la Dialéctica: Cuando hayan hablado los que dominan, hablarán los dominados.
Tal vez sea el tiempo, la hora, de hablar. Las dominadas, los dominados, los oprimidos y oprimidas. Tal vez sea el tiempo de gritar, de enredarnos en una gran insurrección de la palabra y de las voces. Clavar en las urnas nuestros gritos: ¡Vivas, libres y sin miedo nos queremos!. ¡Aparición con vida de todxs los desaparecidos y desaparecidas, ya!
De repetir con Lohana que la revolución es ahora, porque a la cárcel no volvemos nunca más.