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Ni una menos. Reinventar el buen vivir
9 | junio | 2016Por Claudia Korol.
El 3 de junio quedará en nuestra historia, como el día en que el dolor se vuelve grito, en el que la rabia se vuelve acción, en el que toda la soledad del mundo se disuelve en un abrazo necesario, en el que coraje de las mariposas se vuelve un gesto colectivo que anuncia nuevos vuelos.
En la primera fila de la larga marcha, llevando el cartel del Ni Una Menos, caminaban lxs familiares de las víctimas de la violencia patriarcal, con las fotos de su gente querida cerquita del corazón. Entre ellxs andaba una de nuestras maestras, Mirta Baravalle, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, mamá de Ana María, desaparecida en la dictadura. Entre ellxs caminaba también Salvador, hijo de Berta Cáceres, asesinada tres meses antes en Honduras, por el sicariato al servicio de la privatización de los ríos. Entre ellxs caminaba Saya, hermana de Diana Sacayan, dirigente travesti asesinada en octubre del año anterior. Entre ellxs marchaba la familia de Laura Iglesias, y sus compañeras de trabajo. Y marchaba Isabel, la mamá de Diana Colman. Y los familiares de Suhene, de Paola, de Martina, de Marina y María José. ¡De tantas! De tantas… De tantas… Era imposible no sentir el golpe, la estocada, el dolor, la ausencia, la herida.
Un poco más atrás estaban los carteles de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y los de la Campaña contra las Violencias hacia las mujeres. Era imposible entonces no vibrar con la fuerza de las mujeres organizadas, de pie, caminando abrazadas, de lamano.
Por todas las calles del país se multiplicaron estas escenas. Los cartelitos hechos a mano. Las amigas de la escuela juntándose en la cita. Las organizaciones de mujeres, de travas, de trans, de lesbianas y gays, los movimientos populares, las personas hartas de tanta muerte y tanta violencia, algunos varones intentando huir de la complicidad de siglos instaurada por el pacto patriarcal.
Ese día hubo arte, despliegue de manos y cuerpos artivistas, hubo comunicación popular, saliendo de los barrios, con la coordinación de educadorxs y comunicadorxs populares, hubo mucho feminismo en altas dosis, acumulado por las brujas de todos los tiempos.
El dolor, se encendió en furia travesti, en furia feminista, en furia rebelde, en las callecitas de buenos aires y del país, que no fueron -por un día- la trampa mortal de las pibas, sino territorio liberado para el grito nuestro de “Vivas nos queremos”.
Cuando las socorristas, en la primera línea de la Campaña por el Derecho al Aborto entraron a la Plaza de Mayo a la carrera, envueltas en humo verde, cuando se alzaron los globos negros con los nombres de las mujeres asesinadas, cuando las paredes de las calles se llenaron de imágenes, de pinturas, de informaciones que los medios ocultan, supimos que estábamos venciendo.
Las brujas entonces levantamos vuelo, y el cielo se pobló de historias, de memoria, de silencios.
Una marcha no cambia la historia. Una jornada no altera el devenir de un sistema violento. Pero nuestro “Ni una menos” vibró con la fuerza subjetiva del “Nunca Más”. Y ésta es la premisa para que nuestra nueva consigna “Vivas nos queremos” no sea sólo palabras, sino un modo feminista de reinventar el buen vivir, el deseo y el amor. Un espacio donde ganemos las libertades con la fuerza del encuentro, del abrazo, y del andar codo a codo. Con todo el dolor y la felicidad revueltos, en nuestros cuerpos que ahora saben, que son, que siguen siendo y haciendo historia.
¡Escucha el editorial en la voz de Claudia Korol!