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Los Lápices siguen escribiendo
16 | septiembre | 2019
Por Gabriel Pinto Montero
Evocar 1976 es remitirnos a oscuras imágenes que marcaron, a sangre y fuego, la historia contemporánea de nuestra Argentina, más aún cuando evocamos la noche del 16 de septiembre de 1976, una de las jornadas donde la muerte castigó sin clemencia. Sus víctimas fueron imberbes jóvenes, cuyo único pecado fue asumir un rol social como agentes de cambio, ante un ordenamiento social que lesionaba sus derechos primordiales.
Con la mirada enceguecida por el crimen y castigo, la dictadura militar decidió suspender, en agosto de ese año, el beneficio del Boleto Estudiantil Secundario, logro plasmado por jóvenes estudiantes que lucharon en las calles de La Plata para conseguir un alivio en los alicaídos bolsillos familiares.
En su afán por desarmar las convicciones y silenciar la oposición, un grupo de estudiantes del Colegio Normal 3 de La Plata fueron secuestrados por efectivos de la Policía Bonaerense. Liderados por el coronel Ramón Camps, el operativo arrestó a nueve jóvenes cuyas edades oscilaban entre los 16 y 18 años. Su único delito fue tomar parte de una movilización social cuyos vientos apuntaban a un mejor futuro. Así se daba forma a uno de los capítulos más cruentos de la Dictadura: “La Noche de los Lápices”.
Claudio De Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro fueron apresados en sus domicilios durante el primer día de esa criminal acción, que prosiguió, en días posteriores, con la detención de Emilce Moler, Patricia Miranda y Pablo Díaz.
Tras semanas de apremios ilegítimos contra un grupo de adolescentes que cimentaban justos ideales, solo cuatro de ellos volvieron a ver la luz, en uno de los hechos que aún remece a la sociedad argentina. Un llamado de atención, en tiempo presente, a no bajar la guardia en la lucha por memoria, verdad y justicia, ante los abominables hechos registrados durante la última dictadura cívico-militar.
