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Ese es Trapito
17 | mayo | 2016Por: Patricio Barrio
Los buzos de arquero de Marcelo Barovero no se destacaron por la estética. Verdes, con estampados en negro y detalles en blanco, no tenían una relación evidente con River Plate. No fueron los más halagados y tampoco rompieron récords de venta. Podían pasar desapercibidos en 90 minutos.
Chelo no se caracterizó por tener una forma aguerrida de vivir los partidos y su representación física no inspiraba respeto. Desgarbado, alto, pero de complexión chica, flaco. Llegó a Núñez conocido como Trapito y, como para empeorar el desarrollo, ocupaba el puesto más ingrato del fútbol.
Pero sería un error describir al arquero que defendió los colores de Atlético Rafaela, Huracán y Vélez Sarsfield como el jugador cordobés de pocas palabras, anticuado y movimientos oculares rápidos. Tampoco sería atinado decir que La Banda sufrió en soledad esta salida. El fútbol argentino perdió un guerrero que predicaba una lógica distinta. Marcelo Barovero demostró que no se necesita un peinado en sintonía con la moda, escándalos mediáticos, “Meter mucho” o gestos para apuntar a las plateas y populares. Desde su perfil bajo usó muy bien los “Huevos”: en cinco años ganó dos títulos locales y cuatro internacionales, incluidos la Copa Libertadores y Sudamericana. Fue el arquero del plantel que le devolvió a River la gloria internacional después de 17 años.
“Las despedidas son esos dolores dulces”, dice Carlos Indio Solari. Fue evidente porque la tristeza se mezclaba con alegría de un Monumental lleno de flashes, y puntos luminosos, que volaban desde la San Martín baja a la Belgrano alta para despedir a uno de los mejores arqueros que tuvo la historia.
“Es más felicidad que nostalgia porque se cumplió todo”. ¿Por qué tanta emoción en esa despedida? Marcelo Barovero, adorado por sus compañeros, técnicos y empleados de River Plate, fue el que agarró uno de los arcos más difíciles de la Argentina con una trayectoria cuestionada, en aquel momento, por un amplio margen de los hinchas. El mismo que se paró a doce pasos de una pelota de gajos blancos ante una larga carrera de Emanuel Gigglioti, en un estadio que quemaba, y le atajó el penal que le permitió a La Banda ser el mejor de Sudamérica. Fue el único arquero que puede ser héroe con un apodo tan polémico. La misma persona que realizó obras benéficas, regaló materiales de trabajo, leyó cuentos en hospitales y se bancó problemas familiares muy duros sin ningún impacto mediático. História, humildad y calidad. Ese es Trapito.