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Ni golpes de estado, ni golpes a las mujeres
11 | mayo | 2016Aprender a volar, cuando arrecian los vientos hostiles, cuando nos cortan las alas los de siempre, cuando nos tiran no con escopetas sino con sofisticadas bombas… que más allá del estruendo, destrozan el alma. Éste es nuestro desafío cotidiano.
Aprender a volar es tener memoria de vuelos anteriores y de golpes anteriores. Saber que no nos salvamos arrastrando nuestros cuerpos, escondiendo nuestros deseos, huyendo de la barbarie civilizatoria hacia islitas de comodidad. Porque las islitas que buscamos como refugio, están amenazadas también por las políticas depredatorias del capital, y por las políticas violentas patriarcales y porque vienen por todo… Porque se sacaron las máscaras. Porque anuncian con tambores de guerra, su alianza criminal.
El capitalismo colonial, héteropatriarcal, es una guerra contra las mujeres y contra los pueblos. Una vez más las políticas de conquista pretenden obstruir nuestro camino, y borrar incluso el camino. Esperan también que regresemos a un territorio de normalidad impuesta, que se realiza como sujeción naturalizada de nuestras vidas, y como amnesia de nuestros sueños.
Las feministas hondureñas nos enseñaron a volar en estos malos tiempos, cuando estrenaron su grito: ni golpe de estado, ni golpes a las mujeres. Hoy ese grito se vuelve continental. En Honduras, en Paraguay, pero también en Venezuela, en Haití, en Brasil, en Colombia, en México, y en Argentina. Nunca más golpes de estado. Nunca más golpes a las mujeres. Ni una menos.
Aprender a volar, es no perder el espacio donde desplegamos las alas, no perder el cielo, y no perder el territorio donde descansamos de cada vuelo. Es la posibilidad de pensar nuevos horizontes, y al mismo tiempo, cuidar nuestro territorio cuerpo, el espacio del que partimos y en el que rehacemos nuestras alas.
Aprender a volar, es no perder la dimensión colectiva de nuestro vuelo, y evitar que nos empujen a la soledad, a la fragmentación de nuestra marcha, a desconocernos en la bandada.
Aprender a volar es saber que a pesar de los golpes, no podemos quedarnos lamiendo las heridas, porque éstas se curan andando juntas, jamás en el aislamiento impuesto por golpeadores y golpistas.
Aprender a volar es sentir a Nuestra américa, la mujer agredida por los conquistadores de todos los tiempos, como el cuerpo en el que se inscribieron todas las violencias de los poderes coloniales, y a la vez donde encontramos la energía para desplegar nuestras alas, para sentir todas las esperanzas de nuestros cuerpos de mujeres trans/
aladas.
Aprender a volar, volando. Aprender a volar, bailando. Aprender a volar, cantando. Aprender a volar, riendo. Espantar los miedos con nuestra rebeldía insumisa, no domesticada. Aprender a volar, contra todos los vientos, contra el poder, contra las humillaciones y el miedo… de volar.
Escuchá este editorial en la voz de su autora, Claudia Korol: