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Los gritos de Mariana que no se escucharon

14 | junio | 2016

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Por Vanina Vissani.

Hoy finaliza el juicio por los delitos que Mariana Condorí, días antes de suicidarse, denunció por parte de su pareja Gabriel “el chancho” Maldonado. Para llegar a esta instancia pasaron 4 años y 3 meses, y es apenas un poco de justicia ante el problema entero: instigación al suicidio, desprotección estatal y minimización de la violencia de género.
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Imaginate que hace un año y medio alguien se ocupa de convencerte que no vales nada, que sos una puta por ponerte un short y que si alguien te mira merecés una trompada. Imaginate que esa persona es la que un día te dio esperanza y te prometió una vida mejor a la que tuviste siempre. Pensá que te sacan el celular y no tenés posibilidad de acudir a nadie. Pensá que tus vecinos te escuchan gritar pero no hacen nada porque es un “tema privado”. Imagínate que un día te cagan a palos, rompen todo a tu alrededor y te encierran en una casilla de un ambiente donde están todas tus cosas destrozadas. Tu cuerpo mal alimentado, aporreado y débil duele, tu cabeza está aturdida y no puede pensar. Posiblemente prefieras estar muertx.

En un contexto así Mariana se quitó la vida. Tenía 20 años, 3 hijxs y una relación de sumisión que la había encerrado un circuito: “el chancho” le pegaba, ella se iba de la casa –con sus hijos y sin un peso- a lo de su mamá; días después él iba a buscarla rogándole y prometiéndole que iba a cambiar, amenazándola que si no volvía se mataba.

Un día pareció ser la última vez, la ruptura del círculo. Con la mandíbula descolocada Mariana regresó a la casa de su mamá, en donde siempre hubo lugar para ella, sus 9 hermanos y sus 3 hijos. Al calor del hogar donde se crió, donde faltaron muchas cosas pero nunca protección, pudo proyectarse: se anotó para terminar la escuela y denunció en la comisaría a Maldonado.

Esa mano que Mariana sacó del círculo de la violencia de género para pedir ayuda a la justicia fue empujada otra vez al circuito perverso: le ofrecieron una “mediación penal” para que la pareja resuelva sus conflictos. En esta parte de la historia es donde su familia, junto al Colectivo de Investigación y Acción Jurídica, cree que todo podría haber tomado un curso diferente. Con protección del Poder Judicial y una investigación sobre la violencia que sufría, en lugar de la oferta de “arreglarse” con Maldonado, tal vez Mariana no hubiera vuelto a caer en las falsas promesas que una semana después la dejaron sin opción de decidir sobre su destino.

Tal vez el martes, justo al cumplirse un nuevo mes de la muerte, el juicio pueda tener un resultado que otorgue fuerzas para continuar. Porque es recién el comienzo para que la sociedad, y el Estado a través del Poder Judicial, entiendan que los “hechos leves” pueden ser mortales si no hay una estructura que contenga a las víctimas de violencia de género.

Texto: Vanina Vissani
Fotografia: Nicolas Mñz

Fuente: Otra Óptica Ph