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Aquelarre del 3 de junio: “Vivas nos queremos”

2 | junio | 2016

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Por Claudia Korol

Aprendiendo a volar, en bandada.
Aprendiendo a marchar, en manada.
Aprendiendo a cantar, soltando la voz, al ritmo de la caminata.
Aprendiendo a nacer, naciendo las veces que sea necesario.

Una generación de mujeres, unas décadas atrás, entró a la política gritando ¡Patria o Muerte! ¡Revolución o Muerte!

Sus madres, de generaciones anteriores, entraron a la política después, gritando ¡Aparición con vida! y ¡Castigo a los culpables!

Sus hijas, entraron a la política gritando ¡No olvidamos! ¡No perdonamos! ¡No nos reconciliamos!

Sus nietas entran ahora a la política gritando ¡Ni Una Menos! ¡Vivas nos queremos! Sus nietas entran en la política con la memoria del Nunca Más, zurciendo las ausencias. Entran con la lección aprendida de las Madres -sus abuelas- de que “la única batalla que se pierde es la que se abandona”. Ellas entran aprendiendo de las madres y las abuelas y las bisabuelas, que hay que crear la vida, y luego hay que buscarla nuevamente, reinventarla, todas las veces que haga falta.

Abuelas, madres, hijas, nietas… bordamos el tejido ancestral de nuestras esperanzas.  Nuestra tarea en el jardín es sembrar y cosechar rebeldías.

“Vivas nos queremos”, decimos, porque vivir es un desafío revolucionario al poder de la muerte, y nos queremos vivas, aunque cada día nos maten varias veces.

Vivas nos queremos, porque no pudieron derrotar nuestra voluntad de continuar la historia.

Vivas nos queremos, y sabemos que luchar por la vida, no por un mero sobrevivir, puede costarnos la vida, y puede llevarnos la vida entera.

Un año atrás dijimos “Ni una menos”. La campanada sonó alto y fuerte, porque retumbó en los corazones dañados por la violencia de siglos.

Ahora decimos que no alcanza con que no nos maten, que no alcanza con que nos dejen sobrevivir penosamente.

Vivas nos queremos, es la respuesta de los cuerpos negados. Es el aviso de que no nos van a entretener en el corralito fachomacho del capitalismo colonialista y patriarcal.

El 3 estaremos rompiendo los corralitos, los candados, los muros de las prisiones, las marañas de los tribunales, de sus jueces y fiscales, los rincones temidos de las comisarías, de la yuta cómplice de tanta violencia misógina y homofóbica, lesbofóbica, travestofóbica.

Un gran río de mujeres, travas, lesbianas, trans, y también de algunos varones que huyen del pacto patriarcal, caminaremos y nos reuniremos en las calles y en las plazas del país.

Haremos ríos de voces diversas, de abrazos solidarios, de miradas nuevas.

El 3 de junio es la cita y no hay excusas. Ahí estarán las Marita, las Diana, las Kyara, las Silvia, las muchas hermanas, hijas, madres, que nos faltan. Y estarán las que seguimos buscando, porque las sabemos con vida, víctimas de las redes sórdidas de la trata y la prostitución.

Ahí estaremos, escribiendo la historia nuestra, desde abajo y sin permiso.

Ahí estaremos, caminando, cantando… diciendo que estamos vivas, que vivas nos queremos, y que ninguna de nuestras voces será olvidada.

El 3 estaremos celebrando nuestros antiguos aquelarres, en las esquinas de la desilusión.