Deportes
Johan Cruyff es Jimmy Hendrix
25 | abril | 2016Por Patricio Barrio
“Quiero hacer una música tan perfecta que se filtre a través del cuerpo y sea capaz de curar cualquier enfermedad”. Fines de la década del ’60. Un hombre de piel oscura se impulsaba con sus pies sobre un escenario en Miami. Se alejaba del piso mientras daba saltos constantes como un boxeador antes de subir al cuadrilátero. Una guitarra blanca era rasgada por su mano izquierda. Los vestía un pantalón rojo con manchas negras, una camisa blanca desabrochada hasta el pecho y un sombrero negro con una cinta violeta. La figura de James Marshall Hendrix se asentaba en los escenarios estadounidenses.
Después que su papá le regalara una guitarra eléctrica Supro Orzack, en 1958, Buster emprendió su camino como paradigma en la música. No sólo por su sonido, sino por su actitud desafiante en un periodo de intensa segregación racial. Comenzó a tocar en el circuito conocido como Chitlin, donde los artistas negros podían expresarse con libertad. Pero las neuronas de Hendrix corrían a una velocidad que asustaba. Su talento, impronta y estilo logró que los ciudadanos más conservadores se rindieran ante sus melodías.
En 1964, mientras Jimmy se instalaba en el barrio de Harlem, Nueva York, Rinus Michels hacía debutar en la primera división del Ajax a una promesa del fútbol holandés: Hendrik Johannes Cruijff.
La similitud entre el apellido del guitarrista y el nombre de Johan era, en aquella década, el único punto en común claro. Pero con el correr del tiempo, esas similitudes aumentarían. Ambos eran adelantados a su época y agregaban a sus actos una cuota de rebeldía. La banda sonora de la carrera llevada por Cruyff hubiera estado a cargo de Hendrix. Quizás en alguna noche mística y borde de la locura Jimmy, que moriría seis años después de ese debut, sabía que le daría la bandera que sostienen aquellos que pueden arañar a la historia. El mundo necesitaba otro impacto de talento.
Jopie -apodo con el que su mamá lo llamaba en Ámsterdam-, tenía un look con acorde a la escena rock n´ roll. El pelo largo, rubio y lacio, hacia el costado, parecía dejar una estela en cada giro con la pelota domina. Su figura estilizada y frágil de 1, 80 ayudaba a que las miradas del Ámsterdam Arena siguieran su marcha aunque hubiera habilitado a un compañero.
“Soy un poco extraño. Un profesional idealista. Así es como lo deben ver”. Cruyff recorría las canchas como unas estrellas. Su escenario estaba delimitado por las líneas de cal blancas. Tenía en su juego la exquisita convivencia de efectividad y belleza. El fin no justificaba los medios cuando la pelota era de Johan, pero se encargó conseguir éxitos con la galera y el bastón.
Jugó 11 años en el Ajax. El club que estaba a cinco cuadras de su casa traía un tridente a su memoria: infancia, blanco y rojo. Asomó a los 17 años, después de ser contenido por una familia con urgencias económicas y de haber soportado muchas decepciones. El chico que colaboraba con la limpieza de la institución hizo 266 goles, ganó la liga holandesa ocho veces, tres veces la Champions League y una Copa Intercontinental.
En 1973 llegó a Barcelona y encontró el amor de su vida. Como jugador estuvo hasta 1978, y ganó una liga de España, pero su pertenencia fue mucha más significativa que cinco años en el club. Bandera para Cataluña y su cultura, Cruyff llegó a elegir el nombre Jordi para su tercer hijo, en homenaje a San Jorge, cuando en el régimen franquista no se permitían nombres catalanes. Tuvo severos inconvenientes, pero no se quedó de brazos cruzados: Viajó a Holanda y lo anotó como quiso. Al igual que el escape de Jimmy Hendrix del servicio militar en la División Aerotransportada 101 del ejército estadounidense, donde fingió ser homosexual para no ser enviado a combate, la rebeldía ante el hermetismo de aquellos tiempos se hizo presente.
La historia de Cruyff con la selección holandesa se ganó un lugar aparte en el repaso de su carrera, con un dato curioso y contundente: Jugó un solo mundial. La Copa de 1974, en Alemania Federal, fue uno de los tres torneos continentales donde se considera que el finalista perdedor impresionó más que el ganador. “Los campeones sin corona” son Hungría de 1954, Holanda en 1974 y Brasil de 1982. La Naraja Mecánica entró en la historia, comandada por Rinus Michels, cambió el mundo del fútbol sin ganar e inició una revolución en el fútbol conocida como “Fútbol Total”.
Johan Cruyff, que debutó en el noveno mes de 1966 contra Hungría e hizo el gol del empate en la última jugada del partido, fue el comandante de aquella insurrección en el fútbol de un país que, algunos años atrás, sufría en demasia. El presidente de la Asociación de Fútbol Holandés, Wim Meuleman, solía decir: “Si no tenemos éxito en controlar el juego brusco, dentro de 50 años aquí no se va a jugar más al fútbol”.
“Cada jugador debe tratar de alcanzar su 100%. Después veremos cuál es su posición en relación con los demás.” El Fútbol Total fue una modalidad en la que Holanda comenzó a funcionar como una maquinaria. El periodista Carlos Juvenal explicó la idea: “En el Ajax se fue gestando la idea del fútbol circular, en el que cada jugador se movía como los círculos concéntricos que se forman en el agua cuando uno arroja una piedra. La piedra que caía al agua era el poseedor del balón. A partir de él comenzaba la rotación en bloque, en la que participaban cuatro, cinco, seis; los jugadores que hicieran falta”. El impacto del equipo fue tan grande, que el correo holandés publicó por primera vez estampillas de fútbol: la de Holanda, que valía 15 centavos de florín, tenía a todo el equipo formado.
«Al fútbol siempre debe jugarse de manera atractiva, debes jugar de manera ofensiva, debe ser un espectáculo”. Pero no hay que perder el foco. Hablar de Jopie es referirse a la excelencia. Johan Cruyff es Jimmy Hendrix. Quizás sea un delirio, pero ambos entendieron que el mundo se mantiene de forma generacional por ciertos símbolos. Seis años antes de partir, Buster le dejó la pirámide al genio de la revolución total. En el cielo comenzó el show.
Cruyff falleció el 24 de marzo. Hoy cumpliría 69 años. Hasta siempre, campeón.