Viernes 22 de Noviembre del 2024

Notas de interés

A un mes del asesinato de Berta Cáceres

8 | abril | 2016

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Por Claudia Korol

Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Nos levantamos en distintos rincones del planeta, y decimos: Todas somos Berta. En distintos idiomas repetimos: Berta vive. La lucha sigue.

Un mes sin Berta. Un mes con Berta. La justicia sigue tejiendo telarañas para ocultar la verdad del crimen de la hermana del COPINH, de la hija del pueblo lenca, de la compañera de todos los pueblos en lucha.

No logro dormir. A esta hora, los sicarios entraban a su casa. A esta hora le disparaban. A esta hora, la multiplicaban. Las balas la nacían como conciencia nuestramericana.

Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Salimos a las calles. Pintamos su nombre.

Una pregunta me ronda, me desvela. Les pregunto compas ¿Qué es lo que decimos, exactamente, cuando decimos, que «todas somos Berta»? ¿Qué significa esta frase en nuestra vida cotidiana? ¿A qué cambios nos obliga decir que todas somos Berta? ¿Qué alteración de nuestra rutina y de nuestros modos de ser y de estar en el mundo estamos dispuestas a realizar?

Escribo contra la ritualización de la muerte que hiere nuestra piel. Escribo contra la naturalización del crimen. Escribo contra la comodidad de pensarnos Berta, sin saber los riesgos de asumir plenamente su lucha. Porque decir que «Berta vive» y que su lucha sigue, es importante y necesario, siempre que no sea una frase tranquilizadora de la rabia y del dolor.

Quienes hemos caminado parte del camino de la vida con Berta, sabemos que nada más lejano a la tranquilidad era andar rondando el mundo con ella. Es que si el ritual no significa cambios nuestros, revoluciones nuestras, más que la emoción con que pronunciamos su nombre ¿será que somos todxs Berta?

Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Me pregunto… si es verdad que Berta está sembrada como la sentimos en nuestra tierra ¿quién defiende esos territorios, quién los riega, quién los cuida? y también me pregunto ¿cómo haremos justicia para Berta? ¿O creemos que la hará el criminal Estado hondureño y sus instituciones, responsables del dolor histórico del pueblo lenca, y de los pueblos indígenas, garífunas, negros de Honduras?

Me pregunto, todavía, si no es necesario incomodarnos cuando decimos que todxs somos Berta, y con esa incomodidad salir a la calle, para rebelarnos frente a todas las injusticias, como lo hizo Berta… porque ella fue guardiana del río Gualcarque, pero también fue la voz que alertaba sobre distintas opresiones e injusticias. porque Berta nos sacaba siempre de la rutina … «vea compa, qué hacemos por las mujeres de kurdistán, vea qué linda esa revolución … vea compa, que nos vamos para colombia que las están matando a las hermanas… vea compa, la llamo desde el aguán… vea compa, que nos vamos para Río Blanco… avise compa, que los malditos vienen por nosotrxs»…

Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Y la herida duele. No es flojera decir que duele mucho. Es sentir la soledad inmensa que deja su ausencia. Porque Berta nos falta aunque todas seamos Berta. Porque la hermana, la compa, era una, y era especial… por eso la rabia inmensa, las lágrimas y las voces que se multiplican en el mundo.

Cuando hoy decimos que todas somos Berta, estamos hablando -yo creo- de un cuerpo colectivo en rebeldía… Pero sin embargo, ese cuerpo tiene que seguir haciendo y rehaciéndose en revoluciones. Es una durabatalla contra la adaptación, contra la desesperanza, contra el miedo, contra la resignación, contra la burocratización de los sueños
revolucionarios, contra el olvido.

Un mes sin Berta. Me corrijo. Un mes con Berta. Me repito. Un mes sin Berta. Me pregunto. ¿Será verdad que todas ahora, seremos Berta? Merespondo. La lucha de Berta vive y sigue. En el río Gualcarque, que todavía corre libre en Río Blanco. En el pueblo lenca, que la llora y la continúa en su lucha. En las hijas y el hijo de Berta, donde vemos
asomar sus enseñanzas, sus palabras de todas una vida, su mirada clara, su espíritu guerrero. En mamá Bertha, quien se sostiene firme en sus tantos años para exigir justicia. Y en nosotras, hermanas de andar, feministas que tenemos la piel herida de los pueblos, y el corazón insurrecto como el río.

Un mes sin Berta. Un mes con Berta. Sabemos que no descansas hermana. Que exigís que los pueblos se despierten. No para jugar los juegos del poder, sino para hacer las revoluciones que nos faltan.

Escucha la editorial de Claudia Korol en Aprendiendo a Volar: