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Ya puedes volar, mariposa
30 | marzo | 2016Por Claudia Korol
Ya puedes volar sola, le dijeron. Pero ella no sabía cómo levantar vuelo con las alas cortadas. Ya pueden volar solas, les dijeron. Pero ellas no pudieron hacerlo con las alas rotas. Cortar las alas, romperlas, invitar a vuelos más allá de las nubes, esa es la lógica comunicacional, cultural, política, económica, militar del capitalismo patriarcal neocolonial.
Cortar las alas, romperlas y empujarnos a volar hasta que nos estrellemos. Y hasta que un golpe nos devuelva el sentido de realidad que determina, según los mandatos que nos modelan, qué es lo posible y qué es lo imposible. Las mujeres conocemos, históricamente, estos juegos del poder. Hemos aprendiendo también a burlar sus reglas y muchas veces, por eso, hemos sido castigadas. Sabemos jugar a las escondidas con nuestros cuerpos e intentar nuevos juegos.
Los sentidos de realidad nos dijeron que estamos destinadas a lavar, planchar, coser, limpiar, cuidar. Hacer para las otras y los otros. Nos dijeron después que sí, que podíamos estudiar, pero aquellos estudios que multiplicaran roles ya establecidos para nosotras de cuidado de otros y otras.
Podíamos ser maestrías que fueran segundas mamás. Enfermeras e incluso ingresar a determinadas profesiones técnicas. Podemos, por ejemplo, coser con máquinas y ser trabajadoras textiles. Nos enseñaron que la ciencia y la técnica, que el pensamiento abstracto no es parte de nuestras posibilidades. No está entre nuestras aptitudes.
Quién lo quiso hacer, muchas veces tuvo que disfrazarse, por ejemplo, de hombre o tuvo que renunciar como mujer a lugares o de reconocimiento y generalmente tuvo que sacrificar su vida íntima, en la suma de jornadas no reconocidas, no retribuidas, no pagadas. En la multiplicación de tensiones, en la suma de deberes, en la resta de derechos y de abrazos.
Los sentidos de realidad se educan, se construyen, se modelan, se enseñan, se aprenden. El capitalismo patriarcal quiere a las mujeres en su lugar y si nos revelamos frente a ese poder, el castigo suele ser violento e incluso humillante.
Cuando marchamos este 24 de marzo, recordando en nuestra marcha a los y las 30 mil, sabemos que entre ellos y ellas, las mujeres vivieron todas las torturas posibles y que tuvieron, adicionalmente a todas ellas, la violencia sexual como castigo. Era la furia porque las compañeras se animaron a volar, solas y también en bandadas. Porque no les pidieron permiso a nadie. El ejercicio de vuelo fue maravilloso. No alcanzó al poder con cortarle las alas. Quisieron generar un escarmiento, que fue la memoria del horror inscrita en nuestro cuerpos.
Sin embargo, este 24 de marzo, 40 años después, nuestra marcha se llenó de mariposas. Las que guardamos los aprendizajes de las brujas sabemos que ellas traían a nuestro camino el alma de las guerreras de todos los tiempos. La memoria de su vuelo libre para que no se nos olvide, jamás, que podemos, que sabemos, que deseamos y que intentamos ensayar nuestro propio vuelo.
Escucha la editorial de Claudia Korol al aire de Aprendiendo a volar: