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Especial Azucena Villaflor: la justicia tendrá cara de madre
24 | marzo | 2016Azucena Villaflor, era una madre desesperada, reclamándole a la dictadura por la aparición de su hijo Néstor. En la complicidad y la tristeza compartida con otras madres surgió la Asociación Madres de Plaza de Mayo. En esta segunda entrega, el historiador Enrique Arrosagaray cuenta sobre la vida e historia de ésta mujer de Avellaneda que con un pañuelo blanco en la cabeza y una fuerza arrasadora enfrentó a la dictadura.
Vecina de Sarandí
Azucena nació en 1924 en Avellaneda, y en 1940 entró a trabajar en la Siam como telefonista hasta 1950. Es el proceso en que el peronismo aparece, tiene conflictos en el `45, gana las elecciones y se fortalece como Gobierno. Eso lo vivió ella como trabajadora en una Siam con gran nivel de organización y participación para la vida política de la época. Si bien ella no era militante formal, respiró todo eso e incluso participó junto a su marido de la marcha del 17 de octubre en Plaza de Mayo. Se casó con Pedro de Vincenti, que era laburante de esa misma fábrica, en 1949.
Pedro trabajaba y Azucena se encargaba de la casa. Tuvieron cuatro hijos: Pedro, Néstor, Adrián y Cecilia. Vivían en Sarandí, a pocos metros del viaducto. Era una familia como cualquier otra, los chicos estudiaban en colegios de la zona.
La militancia de Néstor
En 1970, el segundo hijo, Néstor, comenzó a estudiar en la Facultad de Arquitectura en Capital Federal. La primera señal en la casa fue que ese muchachito empezaba a hablar de otras cosas que no eran habituales en la casa. Entre el ´65 y el ´73 había estado la dictadura de Onganía, pero en Argentina había un clima de ascenso de luchas muy grande contra esas dictaduras. Es ahí que empieza todo el proceso de recuperación sindical, con luchas de miles en la calle, donde la fuerza de la policía quedaba chica y tenía que intervenir el Ejercito, porque la burguesía no podía permitirlo.
Néstor comenzó a comprometerse, y participar. No era sólo ir a estudiar, sino a discutir cómo tenía que ser esa facultad, e inevitablemente cómo tenía que ser el país. Cuando su hijo comenzó a vincularse a la política, no lo ven con alegría, sino como un problema. No podían entender que había personas que empezaban a pensar en el prójimo, pero no como un slogan, sino como una necesidad concreta de compartir con los demás, cosas que otros necesitaban.
Para esa época, Néstor había entrado a militar en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y vivía con otros cuatros compañeros en una casa de Capital Federal. Vivían todos juntos hasta que se dieron cuenta que era más riesgoso y se desparramaron.
La situación de crisis del país se va complicando, las FAR se fusionaron con Montoneros, forman una sola organización y Néstor pasa a Montoneros. Siempre fue un militante muy activo, hasta que un día en un operativo entran a su casa, detienen en su compañera y lo esperan. Efectivamente llega, lo golpean y se lo llevan a los dos vivos, cuentan que en un camión del Ejercito. Desde ese día, el 30 de noviembre del ´76, no se supo más nada. Nada de nada.
La búsqueda de una madre
Azucena empezó a buscarlo: primero con la apoyatura de su marido, después él le aconsejaba que dejara de arriesgarse. Primero la búsqueda era individual: ir a la Policía, a un cuartel, al hospital a preguntar por su hijo.
En abril del 77, estaba en una sala de espera en la capilla que la Marina tiene donde están los tribunales en la calle Pi -allí atendía un cura muy influyente, Emilio Braseli, que le daba información a los familiares de los desaparecidos. Con el tiempo comprendieron que en realidad le sacaban información- y le dijo a otras que era una estupidez pedir información a quienes secuestraban. Lo que había que hacer era buscar un camino independiente: «nos tenemos que empezar a juntar en la Plaza de Mayo y hacer público el reclamo de lo que está pasando en el país». Algunos habrán dicho que estaba local y otras mujeres le dieron la razón. Buscaron que día podían y definieron el 30 de abril.
Nacen las Madres de Plaza de Mayo
El 30 de abril del ´77 se empezaron a juntar 14 mujeres en la Plaza de Mayo. Dicen que no se habían dado cuenta que era sábado. Porque ellas querían que las vieran y el sábado no hay tanta gente en la plaza.
Desde ese primer día, Azucena comenzó a ser algo así como la Jefa de ese movimiento. Y no era una jefa que se autoproclamaba, sino porque era una líder natural, la que tenía más iniciativa, más ideas, se mantenía más fría, podía coordinar más las cosas. No por imponerse.
Azucena supo construir las raíces de ese movimiento, que después de 40 años sigue existiendo. Siguen la plaza, dando la vuelta. Siguen, persisten.
En esa época había entre 40 y 50 secuestros por día. Y ella cada día era más consciente de que lo que estaba pasando en el país, era más grave de lo que creía. Ella sabía que se habían llevado a su hijo y a otro, a otro, a otro. Cada día iba descubriendo que la tragedia era más grande.
Azucena creó las raices de este movimiento en 1977, y frente a Plaza de Mayo. Es decir, a un golpe de vista de los reporesores. No necesitaban hacer inteligencia para saber dónde estaban, las veían ahí. Por supuesto que igual hicieron inteligencia, la Marina dedicó una tarea especial de inteligencia y diciembre del ´77 secuestran a varias madres: Azucena es una de ellas. Secuestrada y desaparecida el 10 de diciembre.
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