Notas de interés
Escisiones y decisiones
1 | marzo | 2016Por: Emaniel Herrera
Mauricio Macri se dispone a inaugurar su primer período de sesiones tras moldear su inicio de mandato a través de decretos. Sombrío, el Congreso supondrá una prueba de fuego para la sustentabilidad institucional, en tanto que evidenciará el poder de negociación política del nuevo Gobierno.
Sin dudas, el casi trimestre del ex alcalde como Jefe de Estado supuso una agenda política y social más que intensa. Al calor de los despidos y el crecimiento exponencial de los niveles inflacionarios, se gesta tibiamente un cambio de humor social más que evidente. La apertura de sesiones ordinarias, que resulta tardía en función de la imposición de medidas de alta necesidad de debate a través de DNUs o decretos simples, abrirá la puerta para que esa sensación se traslade al Parlamento. Por lo pronto, el espacio público ha recobrado validez y nuevamente las plazas cobijan mitines y reuniones con gran carga de discusión política.
El discurso anual del Presidente frente a la Asamblea Legislativa debe contextualizarse en un marco crítico, pero coherente con las perspectivas que cualquier analista pudo haber trazado tras el balotaje de finales de noviembre. Claramente, y a esta altura mencionarlo resulta una obviedad, la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada implicó un giro de timón respecto del modelo kirchnerista planteado por la saliente presidente Cristina Fernández. Aunque Macri se encargó de negarlo hasta el hartazgo, y tal como adelantaban sus asesores y armadores off the récord, la gestión Cambiemos traería consigo un ajuste bajo el brazo. La incógnita, en todo caso, se vinculaba a la mecánica de implementación e impacto en los sectores más sensibles de la sociedad.
Con la impunidad que le otorga el apoyo corporativo y el aura mediática forjado a su alrededor, Macri no esperó ni una quincena y dio tres estocadas decisivas para derribar el legado K. Siempre a través de decretos, modificó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, borró de un plumazo la AFSCA, podó los organismos públicos de trabajadores con ideología disidente e inició un camino de enriquecimiento y exenciones impositivas para los sectores más concentrados de la economía. La transferencia de recursos, no obstante, tuvo como contracara un suculento “sinceramiento” de tarifas que autorizó subas de hasta un 600 por ciento en las facturas eléctricas. El servicio no sólo no mejoró, sino que su empeoramiento obligó al Gobierno a desempolvar una medida ochentosa: los cortes programados.
Tan envalentonado estaba Macri que intentó, a sola firma, completar las sillas vacías de la Corte. Con una interpretación sui generis del artículo 99 de la Constitución, el ex alcalde postuló a Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz como jueces para el Máximo Tribunal, y se ganó las críticas desde el seno de su espacio. Un amplio abanico de constitucionalistas – desde Barcesat hasta Monner Sans – hizo fila en los medios de comunicación para repudiar la medida y corregir la malintencionada lectura que se le dio a la Carta Magna.
Los reclamos por la apertura anticipada del Congreso y el llamado a Sesiones Extraordinarias fueron esbozados, tímidamente, por algún que otro legislador y motivó la creación de etiquetas en las redes sociales. Puntualmente, los carteles con el hashtag #SesionesExtraordinariasYa pudieron leerse en las varias plazas que el kirchnerismo organizó en diversos centros urbanos. Pero a las claras está que esa iniciativa no tuvo quórum y perdió estado parlamentario.
Algunos legisladores prefirieron priorizar sus vacaciones y aprovechar al extremo el receso estival. Sin Cristina Fernández ocupando un lugar explícito en la conducción del espacio y con Máximo Kirchner concentrado en Santa Cruz, el Frente para la Victoria vio debilitado su poder de oposición y comenzó a ser degradado por agentes endógenos. Esto, sumado al esquema de oposición moderada y complaciente propuesto por Sergio Massa y el pacto de sangre que pareciera haber firmado la UCR, oxigenó al macrismo y lo esperanzó a la hora de contar voluntades que levanten la mano en las sesiones del Congreso.
En este sentido, la jugada magistral la dio el Gobernador salteño José Urtubey. Su pase al macrismo, que se avizoraba ya desde hace tiempo, forjó un operativo arrastre que sumó varios “cumpas” a la cruzada y quebrantó el bloque del FPV-PJ en Diputados. En ese proceso, Diego Bossio se deskirchnerizó y fue a comer choripanes con Urtubey y Massa a Pinamar, donde pergeñaron la creación de Justicialistas, la liga de exdiputados K que asegurarán quórum al Gobierno. A partir de hoy, su rol será más que preponderante, dado que ellos podrán destrabar y – en muchos casos – definir la viabilidad y aprobación de los proyectos girados por el Ejecutivo.
En el Senado, en tanto, la situación es más que tensa. Si bien el bloque K parece guardar la estabilidad, las discusiones ya han llegado y muchos temen que se replique la disrupción. La cuestión de la Corte Suprema, dicen en Pasos Perdidos, es clave para el acercamiento entre Miguel Pichetto, jefe de la bancada del FPV, y los armadores del PRO, quienes guardan la ilusión de ver aprobados los pliegos de los candidatos. A cambio se pide la ampliación del número de integrantes del Máximo Tribunal, posibilidad que inquieta en demasía a Ricardo Lorenzetti.
Otro eje clave en este año parlamentario será la ratificación (o no) del preacuerdo alcanzado con los Fondos Buitre. Ayer a la tarde, el Ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay salió a corroborar la versión que ya habían filtrado días atrás desde el propio tribunal de Thomas Griesa y confirmó un pago millonario a los cuatros predadores económicos más duros, entre los que se destaca NML de Paul Singer. En el anuncio, el ex directivo de la JP Morgan endilgó “al Gobierno anterior la imposibilidad de llegar a un acuerdo” y vaticinó un futuro soleado en la relación entre Argentina y los diversos actores del mercado internacional. Pero la disputa deberá definirse en el Congreso, donde el PRO deberá lograr la derogación de la Ley Cerrojo, una medida que se remonta a los tiempos de Roberto Lavagna.
Si bien el kirchnerismo se niega a siquiera a sentarse en el recinto – ayer Marcos Cleri le dijo a La Tecnoque “aquel diputado o senador que dé quórum será cómplice de traición a la Patria” – la clave está en la decisión que tomen los Justicialistas y los massistas. Ambos bloques ingresarán a la Cámara y permitirán el inicio de la sesión, eso está asegurado, lo que no se sabe es si sus votos estarán garantizados. Mientras los renovadores negocian la contraprestación por tan valorado apoyo, los exK filosofan en torno al costo político de votar el endeudamiento y pisotear el concepto de “soberanía económica”, que enarbolaban hasta hace tres meses.
En concreto, el período de sesiones que hoy dejará inaugurado el Presidente Macri será decisivo para las intenciones abarcadoras del PRO. Si bien sus armadores tienen el objetivo claro de potenciar los “acuerdos” legislativos a través de la negociación política (y, por ejemplo, han sentado un positivo precedente con el destrabe de la disputa por la coparticipación), la oposición deberá limitar los avances antipopulares y conseguir aunar criterios en el Congreso.
Por el lado del FPV, único con capacidad política para debatir de igual a igual con el macrismo, el desafío será doble, puesto que cargan con el peso de ser una fuerza política que creció como oficialismo y carece de experiencia en la oposición nacional. La reciente ruptura, por caso, sienta un presagio preocupante.
A partir de las 12 seguí la inauguración de las sesiones legislativas por La Tecno, en una emisión especial con todo el análisis político de Emanuel Herrera.