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Internacionales

Nodal Radio: Especial Bolivia

11 | noviembre | 2019

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El presidente Evo Morales fue derrocado este domingo. El golpe de Estado se llevó a cabo con la participación de partidos políticos tradicionales, fuerzas policiales, militares y grupos civiles de la región más rica del país. Luego de las elecciones del 20 de octubre, que significaron un triunfo importante del presidente Morales, la oposición desconoció los resultados y acusó al gobierno de fraude electoral. Grupos civiles de extrema derecha, empresaria y religiosa, convocaron al paro nacional y tomaron con violencia varas dependencias estatales. Ante las protestas, el presidente Morales se comprometió a someter el resultado de las elecciones a la auditoría de la Organización de Estados Americanos y aceptar el dictamen del organismo.

El sábado 2 de noviembre, con la auditoría iniciada, el empresario cruceño Luis Fernando Camacho anunciaba que no reconocerían las elecciones, y daba un ultimátum de 48 horas al presidente boliviano para que renuncie. Afirmaba, como lo hizo ayer después de conocido el golpe de estado, que ingresaría con la biblia al palacio presidencial.

El pasado viernes 8 de noviembre, también antes de que la OEA se expidiera, las fuerzas policiales de Cochabamba comenzaron un amotinamiento que se luego se replicó en otras ciudades. El jefe policial, lejos de controlar la desobediencia de sus subordinados, exigió la renuncia del presidente Morales.

El domingo por la mañana se conoció el informe de la auditoría de la OEA, que señalaba irregularidades en el proceso electoral. Tal como se había comprometido, el presidente Morales anuló los resultados y convocó a nuevas elecciones.

Luego del llamado a elecciones presidenciales, tanto el ex candidato Mesa, segundo en las elecciones del 20 de octubre, como el dirigente cívico Camacho que no participó de las mismas, rechazaron la nueva convocatoria. El ejército públicamente se sumó a la policía en las calles y reclamó la renuncia del presidente.

De este modo, el proceso que había comenzado desde la misma noche del 20 de octubre para no reconocer el triunfo de Evo Morales, se consolidó en el golpe de Estado. Así lo explicó el vicepresidente Álvaro García Linera.

Como lo anunció el mismo, el presidente Evo Morales renunció para evitar que la violencia militar y para militar pudiera generar un baño de sangre.

Por la noche, luego de la renuncia, se vivieron ataques y persecuciones sobre miembros del gobierno boliviano, e incluso saquearon y destrozaron la casa particular del presidente Morales. Lo mismo ocurrió a su hermana como a diferentes dirigentes de su partido. Por entonces Camacho, que carece de toda autoridad estatal y no ejerce cargo electivo alguno, anunció que Evo Morales sería detenido, aunque la policía negó que hubiera algún pedido de captura contra el presidente boliviano.

Durante la mañana del lunes aún no se había convocado a la Asamblea Nacional, que debe establecer el mandato provisional para convocar a nuevas elecciones. La situación en Bolivia es, por estos momentos de gran incertidumbre y no hay certezas de que pueda recuperar un camino institucional democrático y sin proscripciones.