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Muhammad Alí: leyenda, corazón y mariposa

6 | junio | 2016

Muhammed Ali

Por: Patricio Barrio.

“Nunca permitas que alguien te impida creer en vos mismo”. Un poderoso ser sobrenatural, quizás haya sido esa figura identificada como Dios, creó a un superhéroe para amenizar la vida de los mortales. Lo hizo nacer en Kentucky, Estados Unidos, durante una violenta segregación racial: De piel negra, como las noches más cerradas en Phoenix.

Ese personaje se convirtió en el mejor boxeador del mundo apenas pisados los años 60, cuando los negros eran considerados basura. “Soy el más rápido, el más guapo y el más lindo». Mientras tiraba trompadas desde el hombro con la mano derecha se daba vuelta para hablar con los espectadores y le recordaba quien era el mejor.

¿El guión es exagerado? Dios, o el ser poderoso que definió la creación, decidió potenciar el libreto al máximo: El peleador se niega a ir a la guerra de Vietnam y pierde sus cinturones. «¿Por qué me piden ponerme un uniforme e ir a 10.000 millas de casa y arrojar bombas y tirar balas a gente de piel oscura mientras los negros de Louisville son tratados como perros y se les niegan los derechos humanos más simples? No voy a ir a 10.000 millas de aquí y dar la cara para ayudar a asesinar y quemar a otra pobre nación simplemente para continuar la dominación de los esclavistas blancos».  El mundo conmovido por la resistencia de un negro que prometió volver y, tras dos años de inactividad, logró romper la mandíbula del Tío Sam y recuperar sus títulos en la cara del imperio.

“Yo no soy lo que ustedes quieren que sea. Soy libre de ser lo que quiero.” Si la historia todavía no generó un impacto queda contar que eligió su propio nombre. Para ser libre, soltar los años más violentos de la segregación y el cristianismo impuesto, dejó de llamarse Cassius Clay y se convirtió en musulmán.

El sábado 4 de junio de 2016 partió ese superhéroe que mantuvo vivos millones de sueños. Un “Animal de Galaxia”. Hasta el último round la muerte fue prudente. Nadie quería pelear con Muhammad Alí. En un pensamiento soñador, casi infantil, creí que La Pantera de Kentucky no se iba a morir nunca. Fue cierta su frase de que “Nada es imposible”. El poderoso creador del guión se encontrará con su obra.

Si el concepto “Deporte” podría ser visible en un objeto, le faltaría una porción enorme. Estaría roto, despedazado, porque se fue el más grande en el asalto número 74 de su vida. Quizás el mayor exponente de toda la historia deportiva. Talentoso, ágil, soberbio, solidario, gritón, carismático, guapo, engreído, gracioso, bailarín, bocón, cordial, justo, compañero y buena leche.

Enumerar las hazañas deportivas del superhéroe sería una vulgaridad. Pero alcanza con decir que fue tres veces campeón mundial en peso pesado: ganó 56 peleas, 37 de ellas por nocaut, perdió cinco veces y solo una vez lograron tirarlo. Cocieron sus cinco dedos los eximios George Foreman, Joe Frazier, Ken Norton, George Chuvalo, Henry Cooper, Howard Cosell, Larry Holmes, Sonny Liston , Ron Lyle, Earnie Shavers, Leon Spinks y Ernie Terrell.

Pero… ¿Por qué hablar solo del ring si sus mejores peleas estaban abajo? Ali se metía en la cama antes de que la luz se apagara. No contaba los días, hacía que los días cuenten. Flotaba como una mariposa y picaba como una abeja. Le recordaba a quien soñaba con ganarle que debía despertar y pedir perdón. Que los campeones no se hacían en los gimnasios: Los generaba un sueño y una visión. Luchaba contra cocodrilos, ballenas, hería rocas, hospitalizaba piedras, encarcelaba truenos y lograba enfermar a la medicina. Un negro seguro de sí mismo, soñador, que creía que lo imposible no era más que un desafío y le avisó al mundo que era el mejor incluso antes de serlo. Elvis, Tarzán y Drácula de la pelea.

“En lo que estás pensando… ¡En eso te estás convirtiendo!”. En 1963 Patrick Power, un chico de seis años, visitó un entrenamiento de Ali. Era víctima de bullying en la escuela. El multicampeón montó un combate y lo dejó ganar. “Sos fuerte, fuerte, te volviste fuerte”. Eso era Muhammad Alí: leyenda, corazón y mariposa.