Cultura
Los Rolling Stones, en su nuevo álbum, vuelven a las fuentes del blues
1 | diciembre | 2016Más de cinco décadas después de su debut, los Rolling Stones siguen siendo una institución del rock que se mueve por intuición, impulso y química. Su nuevo disco, Blue & Lonesome (algo así como “triste y solitario”), surgió como un feliz accidente, o como dice Keith Richards con un guiño de pirata, “como si una fuerza superior nos hubiera ordenado hacerlo”.
Ese estilo existía hacía apenas una década cuando cambió para siempre la vida de esos adolescentes británicos que se convertirían en The Rolling Stones, así como de toda una generación de músicos en todo el mundo. El resto es para la historia del rock: el blues fue trasplantado, reformado, venerado, redescubierto a repetición y muchas veces saqueado, y sus ideas y conceptos generaron ondas expansivas que travesaron las divisiones geográficas y culturales mucho antes de que existieran las actuales discusiones sobre la apropiación cultural. El blues pasó a ser uno de los cimientos del rock, por más que su influencia venga decayendo en las décadas más recientes.
“Los sonidos cambiaron y lo que nos entusiasma y nos excita ahora ya no es lo mismo -dice Jagger-. Cambió todo en la música, pero el blues sigue teniendo algo realmente bueno. A mí me gusta toda la música, y sigo escuchando blues.” De hecho, todas las canciones que ahora integran Blue & Lonesome eran temas que Jagger tenía en su iPod.
Después de medio siglo, interpretar blues vintage es un acto de autopreservación y reivindicación, y para los Rolling Stones, siempre tan cuidadosos a la hora de dar crédito a sus fuentes, es también un asunto de continuidad. “Hace 50 años que escuchamos estas canciones -dice el cantante-. Es un idioma aprendido. Es como cuando yo canto en italiano. Hace 50 años que canto en italiano, así que si me preguntaran qué siento cuando canto en italiano, les diría que no siento nada, porque siempre canté en italiano. Y con estas canciones pasa lo mismo.”
Y agrega Jagger: “Para mí, es como un homenaje a todos esos músicos que amamos desde chicos. Puedo entender que haya gente a la que le parezca vagamente incorrecto, pero es algo que siempre hemos hecho. Y los propios artistas nunca lo han objetado”.
Blue & Lonesome fue grabado hace casi un año y al calor del momento. Keith Richards recuerda que cuando estaban programando las sesiones de grabación, le envió un email a Ron Wood urgiéndolo a aprenderse la canción “Blue and Lonesome” de Little Walter, cantante e intérprete de la harmónica oriundo de Louisiana.
“Si Keith dice algo así, por algo es”, dice Don Was, coproductor de los Stones desde hace añares. “Su intención era que aplicáramos los principios de esa canción a lo que estábamos haciendo.”
Las sesiones de grabación tuvieron lugar en diciembre en los British Grove Studios, un complejo en el oeste de Londres propiedad de Mark Knopfler, líder de Dire Straits. Ahí los Stones grabaron juntos en un gran salón abierto con un arreglo más típico de las grabaciones de música clásica: un enorme aparejo de micrófonos llamado “árbol Decca” que capta todo lo que oye el director. El árbol fue diseñado por Decca Records, el primer sello discográfico de los Rolling Stones, y según Don Was, en British Grove también tienen una consola mezcladora vintage que es también de Decca. La disposición espacial fue deliberadamente hecha a la antigua: sin superposición de capas de instrumentos aislados, sino un enfoque en vivo, a todo o nada.
Richards recuerda que al principio la banda no estaba muy segura “del estudio de grabación y de su sonido”. Pero confiaron en los blues. Así que Richards lo miró a Ronnie y le dijo: “Dejemos un rato de lado los temas nuevos y hasta que entendamos mejor las cosas calentemos un poco el ambiente, ¿ok?: arranquemos con «Blue & Lonesome»”.
“Y de pronto, el espacio se abrió y el sonido estaba ahí”, continúa Richards. “¡Y sonaba genial! Entonces Mick dijo que tocáramos «Commit a Crime», de Howlin Wolf, y nos siguió llevando desde ahí. No había nada planeado, ni nadie nos instigó. Lo único que pasó es que Mick de pronto se subió a ese tren que él sabe manejar tan bien. Nadie dijo «Hagamos un disco de blues». Simplemente ocurrió.”
En la primera sesión, los Stones ya habían grabado cinco canciones, así que Was le sugirió a Jagger que eligiera algunas canciones más, y los integrantes de la banda que no las conocían se las aprendieron durante el fin de semana. No pudieron tener más suerte, porque en British Grove también estaba grabando Eric Clapton, que en la segunda sesión terminó sumándose a la ola improvisadora con su guitarra en dos de los temas.
Richards estaba tan entusiasmado que decía: “Ustedes sigan, no paren. Después vemos qué hacemos con el material. Y al final teníamos doce pistas terminadas y recién ahí fue que Mick dijo: «Esto es un álbum entero, no lo podemos despedazar»”.
Jagger dice que el álbum es un “ejercicio de sprezzatura”, un término que implica esconder un enorme esfuerzo de virtuosismo detrás de una apariencia de despreocupación. “Hay que concentrarse pero sin que termine sonando forzado”, dice Jagger. “Al elegir los temas, pensaba en los tempos, tonalidades, en las emociones de cada canción. Pero lo más importante era que me volaran la cabeza, que me entusiasmara tocarlas.”
Fuente: Jon Pareles, The New York Times.
(Traducción de Jaime Arrambide)