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Actualidad

129 latidos

11 | abril | 2019
129
Por Claudia Korol
Tengo un nudo en la garganta.
Tengo 129 nudos en el corazón. Tengo 30.000 nudos en eso que llamamos inconsciente colectivo.
“Nace una flor. Todos los días sale el sol. De vez en cuando escuchas aquella voz”.
30000 voces escuchamos. Están celebrando el encuentro de la nieta 129, y su reencuentro con la verdad. Están saludando a Norma Sìntora, su mamá, militante del PRT – ERP desaparecida el 21 de mayo de 1977. Acá está tu hija, Norma. Con ella le ganaste a muchas desapariciones. Acá está tu hija, Morocha, a quien esperabas llamar Soledad.
Un nudo en la garganta sostiene al pañuelo. 129 nudos sostienen las batallas por la verdad y la justicia. 30.000 nudos son memoria que sostiene la pasión.
Las voces que nos hablan nos dicen que no podemos callar, que no podemos olvidar, que no podemos reconciliarnos. Menos ahora, cuando el mal gobierno espera disciplinar los cuerpos y las vidas a golpes, liberando territorios para que sean el narco, el poder patriarcal, el capital transnacional los señores de nuestras vidas.
Las callecitas de -Buenos Aires, y de tantos pueblos y ciudades, se llenan de impotencia, de rabia, de malos humores. Contra los malos humores, los buenos amores, decimos. Y caminamos con las Madres y las Abuelas, con sus pañuelos anudados en nuestra historia. Caminando aprendemos a re-conocernos, y a crear identidad en una genealogía de cuerpos rebeldes que nos habitan.
Las Madres y las Abuelas nos trajeron su fuego hasta este presente, y acá arden… y regresan. Como la compañera, la nieta 129, recuperada del territorio de las mentiras, de la sustracción de la historia, de la perversidad del crimen de su mamá, y de los abrazos de su familia.
“Mamá la libertad / siempre la llevarás / dentro del corazón. / Te pueden corromper / te puedes olvidar / pero ella siempre está”.
Siempre está la libertad. Los pueblos la llevamos muy adentro del corazón. En nuestro andar cotidiano, de pronto regresa como desobediencia al tiempo del no se puede, como rebeldía frente a la injusticia globalizada.
Hace pocos días, regresó desde el territorio del olvido, la nieta 129. Son muchas las nietas y muchos los nietos que faltan regresar. Con cada uno y cada una regresan sus madres o sus padres desaparecidos.
Un día como hoy, cien años atrás, el poder asesinó a Emiliano Zapata. Pero Zapata regresó a su pueblo con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y ahí se quedó. Todavía sigue naciendo y regresando. Por eso la esperanza no es una dimensión religiosa de la vida, sino la convicción de que la memoria tiene más fuerza que todos los intentos de desaparecernos. La certeza de que las flores siguen naciendo, mientras logremos cuidar las semillas no transgénicas. La alegría de que nos seguiremos encontrando, más allá de todas las muertes. Porque quienes cultivamos la vida, quienes la cuidamos, quienes la miramos nacer y crecer tantas veces, no aceptamos los decretos de los malos gobiernos, ni de los perversos poderes desaparecedores.
Celebramos, como cronopias insumisas, no domesticadas, cada latido nuevo, y los 129 latidos que recuperamos.