Cultura
Diez discos nacionales que cumplen 20 años
2 | marzo | 2016Los Redonditos de Ricota, Los Piojos, La Renga, Fito Páez, Los Ratones Paranoicos, Los Pericos, IKV y más, editaron piezas claves de la historia del rock local en 1996.
Para su tercer disco, Los Piojos enfatizaron lo que ya habían dejado como patente propia en sus dos primeros álbumes: cultura rioplatense ejercida con nervio stone. La fórmula no era nueva, pero sí mejorada, y le permitió a la banda de El Palomar llegar al lugar que tanto ambicionaban desde su álbum debut: los estadios de fútbol.
Desde el corazón de Haedo, Árbol grabó su álbum debut por sus propios medios. El disco exudaba el espíritu de época, con el rock alternativo en constante diálogo con el funk metal y el hardcore. El álbum llegó a las manos de Gustavo Santaolalla, que llevó al grupo a regrabarlo, después cortar relaciones con su baterista, Matías “El Chávez” Méndez.
El último disco de Ratones Paranoicos antes de que el bajista Pablo Memi se fuese del grupo por más de una década. Tuvo menos éxito que su predecesor, Hecho en Memphis, pero bastante más suerte que el disco que le siguió, Electroshock. También dejó para la historia la imagen de Juanse convertido en animal mitológico en el video de “El centauro”, cuyo final sería impensado hoy en día, discusión sobre violencia de género mediante.
Después del éxito de Big Yuyo y Pampas Reggae, Los Pericos cerraron una trilogía abocada al hit en 1996, con “Caliente” y “No me pares” a la cabeza. El disco también se caracteriza por dos covers un tanto llamativos: “Por una cabeza” e “In My Room”, de Beach Boys.
En una escena convertida en una competencia de vigor masculino, Malena D’Alessio y Alicia “Alika” Dal Monte patearon el tablero con Actitud María Marta, una maquinaria de hip hop, rock alternativo y música de raíz con letras más filosas que una guadaña.
Después de la exitosa gira de Circo Beat, Fito Páez recibió una propuesta de MTV para hacer un show acústico. El músico rosarino desestimó la oferta, pero decidió animarse a ese formato, en un concierto organizado por su cuenta en los estudios de Telefé. Páez no sólo se limitó a readaptar sus canciones a los arreglos orquestales de Carlos Villavicencio, sino que sumó algunas composiciones nuevas como valor agregado.
Con mismas dosis de metal y reivindicación originaria, la banda liderada por Andrés Giménez encontró en su tercer disco el balance correcto de fuerzas, con Martín Carrizo convertido en un pivot más que necesario, a fuerza de un doble bombo descomunal.
Pasada la experiencia agridulce de Lobo suelto, cordero atado, los Redondos encararon un disco conceptual, oscuro y opresivo casi cercano a una ópera rock. Ese tono lúgubre y áspero choca de bruces con “Mariposa Pontiac (rock del país)” y “Blues de la libertad”, dos inéditos previos a la grabación de Gulp! que la banda solía tocar en esa época, y que cotizaban alto en los piratas ricoteros.
Llevar el hip hop delirante de Chaco a un formato desenchufado era un desafío demasiado tentador para que Emmanuel Horvilleur y Dante Spinetta lo dejasen pasar. El resultado final se sostiene con varias de las canciones de ese disco, dos de Horno para calentar los mares (¡”No way José” en versión acústica!) y dos inéditos.
En 1995, La Renga terminó de llegar a las masas gracias a Bailando en una pata, su disco en vivo grabado en Obras. El paso siguiente fue la reafirmación en estudio de esa convocatoria, con un clip en alta rotación en MTV, y varias canciones (“Balada del diablo y la muerte”, “A la carga mi rocanrol”, “Hablando de la libertad”, la versión de “Veneno”) que siguen siendo piezas clave de sus recitales casi veinte años después.
Fuente: Diario de cultura